martes, 1 de diciembre de 2009

Cómo entran 22 escarabajos en una antología, de Miguel Antonio Chávez



Para Pavichz, los Bluebirds, A.E. León, J.F. Andrade,

E. Varas, P. Burbano y los demás aludidos de la cofradía



"Escribiré este post desde la más absoluta subjetividad: es una noticia literaria que ya está dando de qué hablar y que lo será mucho más cuando empiecen los lanzamientos oficiales por España y, supongo, por el continente americano: “22 escarabajos: antología hispánica del cuento Beatle” (Páginas de Espuma. Madrid, 2009).


Pero resulta algo muy especial para mí por el extraño placer que es decir que amas la música de los Beatles desde que tienes cuatro años, que te acompañaron en los momentos más alegres, absurdos, dramáticos y delirantes de tu vida, y que puedes admitir sin duda alguna que está entre tus influencias literarias.


Sí, Lennon escribió unos relatos muy destornillados en sus libros In his own write y Spandiard in the Works, Harrison plasmó su autobiografía en I me mine, pero no son esos los referentes que fluyen a primera piel. “Las cadencias eólicas de reminiscencias clásicas” de It won’t be long (calificación que les dio un crítico y que ellos, veinteañeros allá por 1963, no entendieron en lo absoluto), la extraña experiencia de directores ad-libitum en la experimental Magical Mystery Tour, el descubrimiento de una conciencia más ampliada a través de la meditación trascendental con el Maharishi, la aventura sinfónica-trumancapote-apollinaireiana de la grabación de “A day in the life”, los excepcionales galimatías lexicográficos de Ringo y tantos otros hitos, se marcaron en mí como una forma de responderme el porqué los he seguido toda mi vida. Y por más excusas que enumere sé que sería inútil. Simplemente ocurre. The deeper you go the higher you fly, the higher you fly the deeper you go.


No se crea que por ser esta una asamblea Beatle, debamos extralimitarnos a una lisonja al infinito hacia la banda a la que rendimos culto. Primero, los cuatro escarabajos no la necesitan en absoluto. Peor, que vengan de un proyecto de escarabajo como yo, aprendiz del avant garde. Los Beatles están hasta en los sueños de los más perturbados. Y esto lo pude constatar para mi sorpresa cuando traduje uno de los aforismos de Moe Schavezstein: “No veo nada original en esa música. Revolution 9 de los Beatles era una copia de Gesang der Jünglinge de Stockhausen, y ésta, de las canciones de cuna que me cantaban mi madre y mi tía Ruthie.”


Mario Cuenca Sandoval un día se levantó y dijo “Soy George Martin”. Luego se encontró con Juan Casamayor, quien la noche anterior confesó con extraño horror haber soñado que era Brian Epstein. Ambos lo tomaron como una señal del destino. Luego sonó algo parecido a la flauta de Hamelin (las notas de The fool on the hill) que atrajo algunos escarabajos literarios dispersos por el mundo, que venían esparciendo el evangelio Beatle, como Neuman de Tarso, Iwasaki de Tesalónica, Santo Velasco de Aquino y Fresán de Patmos, a través de sus conocidas epístolas (siendo estos dos últimos, experto en Teología de la Liberación Marxista-Lennonista y en el insigne profeta Dylan, respectivamente).


Escuché el rumor que Páginas de Espuma quiere fusionarse con la Apple Corps. Finalizo. Subjetivo. Como cuando John pensaba que no durarían más de dos años. Qué coño. Muero feliz. Primera fantasía literabeatle cumplida."


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