Amadeo Cobas
Los Beatles y su música son el cauce por el que discurre este río narrativo, que es plácido en ocasiones y turbulento en otras; así sucede cuando afloran los rápidos del miedo, a la entrada de un bosque donde hay una presencia fantasmagórica. Presencia que saldrá más tarde, vestida con ropajes distintos pero con intenciones igualmente desconcertantes. Los textos, las letras de sus canciones sirven para ser parafraseadas y confeccionar un curioso relato en spanglish, por poner un ejemplo. Y es que hay situaciones tremendas a lo largo y ancho de estas variopintas historias. Otro ejemplo: tiene que ser indignante que te roben tu “hermosa colección de vinilos de los Beatles” unos rateros/raperos que se acompañan de un reggaetón infame. ¡Vil afrenta para los amantes de la buena música!
Hay una destacada imaginación inmersa en muchas de las propuestas aquí contenidas, como podría decirse del momento en que se produce la contraposición bipartidista del maccartneísmo frente al marxismo-lennonismo, en una contienda que va mucho más allá de la porfía política.
Tienen estos pasajes el cálido aroma de la nostalgia, traen habilidades, en mayor o menor medida, practicadas durante la niñez y allá arrumbadas, como el intento de sacar grillos de su escondrijo en el suelo, a fuerza de aplicar el movimiento de una paja introducida en su cueva. Y nos sirven para comprobar una verdad poderosa: que “la vida sin música no es vida”. No me negarán que la música jalona los distintos momentos de la vida de todos nosotros. No en vano, asociamos instantes pasados con una melodía: nos reconfortamos al rememorar una buena noticia al compás de aquellos acordes que ayudaron a hacerla feliz; por el contrario, hay fracasos que suenan fúnebres en nuestra mente, derrotas, abandonos, soledades…
La música de los Beatles es estudiada pormenorizadamente, al igual que el resto de la música rock and roll, para descubrir inmersa en sus letras una invocación satánica… No vaya a ser que en el concierto a celebrar en la sosegada Ayacucho, Rock in the Andes, venga y venza el Anticristo, apoderándose de esta hermosa localidad peruana como inicio para algo imparable… “Néver in de laif”, opone el grupo de honestos ciudadanos que quiere impedirlo a toda costa.
A la par, hay pesquisas sobre los posibles mensajes cifrados encerrados en los álbumes editados por el grupo protagonista, o en sus portadas. ¿Tienen éstas un significado ulterior, premonitorio? Opiniones campean en ambos sentidos. En definitiva, hay vida a lo largo de estas páginas, aunque en determinados lances hay muerte, como ya se ha anunciado. Porque emanan ectoplasmas en la imagen del presunto beatle fallecido y sustituido por otro de forma más o menos inadvertida. El cual (aquél, digo) tiene la suerte de hacérsele presente a un John Lennon con el que habla y debate. Pero es amarga su presencia, no le endulza su vida de fantasma ni el aroma de tarta de compota de manzana. De John precisamente hay hasta una hipotética versión nueva de su asesinato, presentada como algo real… ¿O es un deseo?
Huelga decir con qué música de acompañamiento recomendamos leer este abigarrado libro…
viernes, 8 de enero de 2010
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